|  | Lleva 
        ya casi un siglo
 con un nombre en la boca,
 y jamás lo pronuncia
 delante de la gente.
 Es el nombre de un hombre
 que bordó como loca
 en sábanas de hilo,
 desesperadamente.
 Cuando 
        llega la nochesu pesar desemboca
 en canción sin palabras,
 amarilla y doliente.
 Y en el mar del espejo
 su sonrisa retoca
 por si acaso aquel hombre
 volviera de repente.
 Señoritala llaman el juez y el escribano,
 que conocen sus años
 y su pena infinita.
 Señorita
 el muchacho, el niño y el anciano,
 cuando vuelve del rezo
 o sale de visita.
 Y al mirar sin anillo
 la nieve de su mano,
 el pueblo soberano
 la llama señorita,
 señorita, señorita, señorita.
 
 Señorita
 le dice la gente maliciosa,
 al notar su pintura,
 apagada y marchita.
 Señorita, el cartero
 al verla ruborosa
 preguntar por la carta
 que tanto necesita.
 Y ella misma al mirarse
 tan sola y ojerosa,
 con rabia dolorosa,
 se llama señorita,
 señorita, señorita, señorita.
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